Docencia profesión de riesgo: Enseñe pero seguro.Artículo de Manuel Alcántara publicado en La Verdad

Artículo de Manuel Alcántara, publicado en el diario La Verdad.

Como todos los planes de «urgencia», debieron haberse puesto en marcha antes. Ahora se están pidiendo para atajar la violencia, que es lo que más ha aumentado en colegios y universidades. De momento, quizá estos planes consistan en dotar a los maestros y a los profesores de cascos. En los espectáculos boxísticos se oye con frecuencia el grito ese de «¿No le pegues en la cabeza, que está estudiando!». En las aulas, pronto, algún alumno compasivo gritará: «¿No le peguen en la cabeza que está enseñando!».



La letra con sangre entra, pero con la sangre de los enseñantes. Cada vez es más frecuente que un discípulo agreda a su profesor. Los malos alumnos, mejor dicho, los alumnos malos, les arrean un par de hostias y los menos díscolos se conforman con pegarles una. Otras veces les sustituyen en la aplicación de ese correctivo sus señores padres. Se presentan en el centro docente a pedir explicaciones de por qué su Pepito, que es el único que no lleva el paso cambiado cuando desfila, ha podido ser suspendido. ¿Cómo ha sacado un «insuficiente» su niño? Alguien se merece sin duda un castigo.

Hemos pasado del respeto reverencial, quizá algo excesivo, a la anulación de toda distancia. Ciertamente eran detestables los catedráticos que zaherían y humillaban a los alumnos. También lo eran los maestros, muy habitualmente religiosos y ágrafos, que imponían castigos físicos. Se cuenta de un poeta bohemio, Marcos Zapata, cuyo padre tenía dinero y le prolongó la carrera durante quince años o así, que el catedrático, conocedor de su pertinaz ignorancia, le hacía preguntas muy rápidas para divertirse. En un momento determinado le dijo: «Está usted dando una en el clavo y ciento en la herradura».

-Es que usted no se está quieto- respondió Marcos Zapata.

De eso hemos pasado a las agresiones a los que tratan de desasnar a adolescentes y jóvenes. La enseñanza se ha convertido en un oficio de alto riesgo. Alguien puede morir de una coz.

Ver artículo original  publicado en el Diario La Verdad.
[ <-- ]
VOLVER