Quiero pedir perdón desde aquí por mi
condición de funcionario. Sí, en su día tuve el atrevimiento de prepararme
unas oposiciones para profesor y aprobé.
Y, además, un año más tarde, me preparé todavía más para adquirir otra
especialidad, y también aprobé. Creí que debería sentirme orgulloso, pero
pronto me di cuenta de que no, de que en realidad me había convertido en un
paria y en un parásito de la sociedad; de que yo no trabajo sino que son los
demás los que con su esfuerzo levantan el país. Además, el tener un trabajo
fijo, me crea un cargo de conciencia, sobre todo ahora que hay tanto paro; no
es justo.
Llevo dieciocho años educando a jóvenes, y
eso, según parece no es producir. Me llevo mi sueldo a costa de los demás, que
con sus impuestos me dan de comer. ¡Qué frustración! Si lo llego a saber, ni
estudio ni oposito. Así no me habría convertido en un vago que no produce y
que tiene el trabajo asegurado de por vida. Zapatero va a bajarme un 5% el
sueldo a partir de junio, y me da vergüenza. Si yo hubiera sido el presidente
habría bajado los sueldos de los funcionarios un 30%. Al fin y al cabo, como
conservamos nuestro trabajo debido a nuestra condición de funcionarios (vuelvo
a pedir perdón) está claro que deben bajarnos los sueldos. El caso es que
comparados con los profesionales de la empresa privada cobramos mucho menos.
Pero claro, ellos pueden ir al paro y yo no, por eso me merezco que me bajen
el sueldo y que el año que viene me lo congelen; incluso que me lo bajen más,
por qué no.
Además, creo que los periodistas y la gente, en general, que tan mal hablan de nosotros, llevan toda la razón. "Si hablan mal es por envidia", me decía esta mañana un compañero, ¡qué malpensado! En realidad no hacemos falta. Y los profesores menos, claro. Por eso hoy en día los niños nos insultan animados por los padres y santificados por la L.O.G.S.E., que nos dice que hay que enseñar a aprender y no impartir conocimientos (¡qué concepto tan antiguo!). Entiendo que cuando el presidente ha anunciado la bajada de sueldos, los periodistas y la gente se hayan puesto tan contentos, diciendo incluso que deberían recortarnos más. Y yo estoy de acuerdo, al fin y al cabo, los funcionarios no valemos para nada y somos unos inútiles. Qué arrepentido estoy de ser funcionario. Vuelvo a pedir perdón desde aquí.
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